La información es un instrumento de poder, para manipular y para influir, especialmente en los sistemas democráticos. Jáuregui cree que para obtener el poder político o cualquier otro, “es imprescindible organizar la conducta de los demás, y esa organización siempre implica comunicación, actividad que se lleva a cabo a través de los canales adecuados y especializados, los medios de comunicación, fundamentales para la consecución y mantenimiento del poder”
[1].
El nuevo "orden tecnocorporativo comunicacional" (Jáuregui) ha dejado atrás la búsqueda de la verdad y ahora lo que importa es el negocio; la información es mercancía.
Así, la información ya no es un factor de liberación sino de dominación y los medios de comunicación entes abstractos al servicio de la información cuidadosamente editada y de la desinformación perfectamente estructurada. Pareciera que recibimos una constante lluvia de noticias pero, en realidad, cada más es más difícil saber exactamente lo que está pasando y, especialmente, las cosas importantes que acontecen.
Chomsky considera que una de las causas esenciales que ha contribuido a la globalización es el papel de la "prensa empresarial" advirtiendo a los "mimados trabajadores occidentales" que deben empezar a olvidarse de lujos como la seguridad en el trabajo, pensiones, salud, etc., una amenaza machaconamente repetida con el propósito de asustar y retroceder en exigencias laborales.
Muchos países que cuentan con televisiones sin posibilidad de corresponsales extranjeros, han de recibir informativos externos procedentes y elaborados por la CNN, la embajada estadounidense, la BBC o TVE, al referirse, por ejemplo, a Latinoamérica.
De esta forma, la visión del mundo que reciben está ligeramente adulterada con la visión de su realizador. Hay muchas formas de mostrar al
mundo y cada uno lo hace como mejor puede, sabe o le permiten hacerlo.
No obstante, Machado sostiene que "lo que sí se globaliza, y a mucha velocidad, es la comunicación con el viejo modelo emisor-receptor: la elite elabora el mensaje, los demás lo consumen (...) detrás de la libertad enarbolada no está la espontaneidad de la naturaleza, sino el frío cálculo de las trasnacionales"
[2].
Pero, el principal hecho de los años noventa ha sido la creación de un sistema de televisión global dominado por los grandes y un progresivo declive de la televisión de servicio público y, en ese sentido, se puede sintetizar que los medios hacen ahora lo que antes hacían los gobiernos, es decir, dirigir a la gente hacia los temas que le interesan a los poderes, evitando que se preocupen por otros más importantes o que sean tratados de distinta manera.
Esto como una estrategia del entretenimiento a toda costa, de la saturación publicitaria y con una opacidad tal que los ciudadanos pueden llegar a estar ahora mucho más confusos que nunca sobre lo que acontece en el mundo.
Por ejemplo la televisión muestra imágenes de hambruna y operaciones especiales mediáticas como la de Somalia pero no se dice absolutamente nada sobre la necesidad de erradicar la miseria mundial, esto asociado a zonas exóticas, a fenómenos curiosos, a atracciones casi turísticas. Pero, la realidad, es que los medios reflejan lo que pasa únicamente de forma superficial y fragmentaria.
Sin embargo, cada uno de los cientos de argumentos que investigadores han propagado para denunciar los efectos perniciosos de la globalización sobre los medios de comunicación, en la mayoría de los casos, entonces de deberá creer que si el sistema está mal tendremos que hacer algo para adaptarnos o para cambiarlo y, si está bien, tal vez necesitemos el conocimiento suficiente para descubrir sus bondades.
[1] MACHADO, Darío. Globalización y medios de comunicación. Un comentario. (Director del Centro de Estudios de América. Ciudad de la Habana). Artículo publicado en el número 10 de la revista Ezpala, 1999.
[2] Ibíd.